jueves, 18 de julio de 2013

Sebollitas Ilustres: Ernest Hemingway



Buenas sebollitas, empezamos una nueva sección llamada: Sebollitas Ilustres. En ella se contará la vida y obra de personajes famosos que se consideran que han sido o siguen siendo sebollitas. Pero para catalogarlos como tal, tenemos que preguntarnos: ¿Qué es ser un sebollita? Según la RAS (La Real Academia Sebollita) para ser un sebollita se necesitan los siguientes requisitos indispensables:
  • Gustarle las fiestas, ferias y demás veladas.
  • Dilapidar su hígado a base de alcohol.
  • Ser un artista de los pies a la cabeza.
  • Por último y no menos importante: ser un putero.


Hoy, repasaremos la vida del genuino Ernest Hemingway.

Quien no conozca a Hemingway (la amiga de mojino no, el escritor), que sepa que sus aspiraciones a ser un sebollita están acabadas. De ya. Nacido en Illinois, USA en 1899, se le dio bien el tema de las letras desde shequitito. Y Tras su paso como conductor de ambulancias en la I Guerra Mundial volvío a la tierra de las oportunidades y ya empesó como corresponsal. Fue a muchos sitios guapos a hacer sus escritos y demás. Su primera obra fue Fiesta (el nota ya apuntaba a sebollita).

En su etapa como corresponsal en el Guerra Civil Española, los colegas republicanos de la cuenca del Ebro, al no tener ni papa de inglés le llamaban Ernesto. Cuando pasó por la Guadalquivir, que tenían menos idea, lo llamaron Cabesa. Tras esto escribió Por quién doblan las campanas.

Pues bueno, Se fue a vivir a cuba, por el tema de los cubatasos, los caipiriñas y melones hasta arriba de alcohol. Además de por supuesto, las mujeres, que en Illinois son unas siesas.

En 1952 publicó El viejo y el mar. La obra trata sobre un viejo pescador que va al mar (el título no se lo curró mucho que digamos) con una mierda de barca. Pues bueno, que el viejo no ha pescado na en meses (que quiere, con el carajote de barca que tiene) y en eso, que pesca un peaso de pez, pero para llegar a  tierra tiene que sortear a los tiburones. Total, que al final llega a tierra con el pescado hecho un cristo. Ya os he contado básicamente la obra, porque se sae que no la vais en la vida. Con esta obra consigue el Pulitzer. Parece que ese año había estado flojo. Un año más tarde gana el Nobel de Literatura.

Nuestro Hemingway era muy aficionado a las fiestas. Bien es conocido su afición a los toros y no se perdía ningún San Fermín. Además de que tuvo un viaje de mujeres. Vamos: sebollita, sebollita.

Desgraciadamente, en 1961, Ernest dio fin a sus días, después de que le dijeran en el Día de su barrio que ya no traerían más el blanquito de la época (Old Whity) porque la empresa había quebrado. Años más tarde, Martin Sheen (otro ilustre) recobró la empresa, refundándola como se conoce ahora, Blanquito, y poniéndola a un precio aún más competitivo. Pero esto es otra historia.

Con esto terminamos nuestra primera entrega de ... SEBOLLITAS ILUSTRES.


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