3:13 am.
Es una de esas noches en las que por hache o por be, no coges el sueño y pones
la tele. Vas haciendo zapping, pero sabes que al final vas a caer en la
teletienda (básicamente porque no hay otra cosa). Al final quieras o no, te lo
tragas (...).
No sabes
muy bien por qué, pero te engancha. Puede que sea por tu mentalidad capitalista
de tener cosas, por tu masoquismo por no tenerlas (ya que no tienes los
dineros), por si sale otra vez las jipas del sujetador aire bra, o por si
reaparece Patricia Gaztañaga (eróticamente, por supuesto) en la tele y tú no te
has enterado.
El caso,
que al final te tragas al gordo de los cuchillos dos o tres veces, al del
rodillo Paint Pro, a la tipa de los tapers… Hasta que aparece: el cojín molón. Ya el nombre
promete. El video tampoco tiene desperdicio. ¡Un cojín que se enciende
cuando lo abrazas!
Un
producto que no sé por qué no ha salido antes. Yo ya tengo mi cojín molón para
las noches solitarias, ¿y tú?
O cómo hacer que los más peques le vayan cogiendo el gustillo a las luces de discoteca
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